Pasión por saber y contar

Nada más genuino que la posibilidad de expresarse. Nada más natural que el uso de la palabra para contarle al mundo que nos pasa. Aquellos que vivimos de la comunicación y nos valemos de ella para enriquecernos intelectualmente, necesitamos muchas veces frenar los hechos para analizarlos. Esa es la apuesta de este espacio, aunque referirse a fútbol sea trillado o banal, a veces sirve como pretexto para encontrar otra cosa quizás más profunda.El desafío es hacerlo entre todos. En un ida y vuelta que permita detenerse un segundo a pensar intentando un cambio de frente para sentirnos más completos.

martes, 19 de junio de 2012

El desorden ordenado



La libre asociación, la circulación del balón, la búsqueda de los espacios, la coberturas altas, la gambeta y el talento individual pueden desarrollarse dentro de un contexto de orden. La rebeldía puede educarse con el convencimiento del sistema. Dicho así parece algo abstracto y hasta arrogante, pensar en lograrlo es la osadía más grande de cualquier conductor, la idea más cercana a la perfección futbolística. Sin embargo, tanto el Barcelona de Guardiola como la Selección Española de Vicente Del Bosque han demostrado en el último tiempo que algo de eso es posible, posible sin estridencias ni falsa modestia. Moverse sin desordenarse, sorprender sin histerias y ganar son algunos de los atributos de dos equipos nutridos por protagonistas que muchas veces se repiten ahorrando tiempo de discursos. Probablemente ambos entrenadores cuenten con la generación de jugadores más importante de la historia peninsular con el agregado, en el caso de los Catalanes, del ingenio de Lionel Messi, plus de calidad y determinación evidente. Pero descansar en la materia prima sin jerarquizarla, no sólo marcaría un acto de imperdonable pereza sino la falta del aprovechamiento integral de la misma. Por eso, cada uno de los cuatro ciclos del admirado Barca ha tenido un sello particular, nacido del mismo ADN pero optimizado para retroalimentar a sus piezas e impedirles descansar en el lecho de la gloria. Todos contaron con esa marca de un desorden ordenado, esa impronta de un plan claro pero a la vez,necesitado de la creatividad individual. Dani Alves, Busquets, Xavi, Iniesta y sobre todo Messi manejan los conceptos del juego como pocos, como si observaran los desplazamientos sentados en la butaca más alta del estadio y eligieran con una visión única donde colocar el balón sin errores. Ese método tiene detrás una red de contención, un plan establecido por el entrenador que de manera premeditada decide en la movilidad casi obsesiva descontrolar al rival para sacarle un espacio y aniquilarlo.Juntan gente en un lugar, distraen y luego lastiman por el lado opuesto casi como burlándose de un niño que casi nunca puede saborear el dulce. A todo esto le agregan una envidiable dosis de paciencia y una notable agresividad para recuperar el balón.
Los Campeones del Mundo, en la presente Eurocopa, debieron superar al escollo más duro de los últimos tiempos. Por la tercera jornada del grupo, La Furia Roja se cruzó con Croacia en Gdansk, Polonia. Con una renta de cuatro puntos sobre seis posibles, el también campeón europeo necesitaba ganar para sólo depender de si mismo. El partido se presentó granítico desde el primer momento, con un rival abroquelado, rudo y concentrado en neutralizar. Era el escenario esperable, pocos equipos suelen jugarle mano a mano. Un primer tiempo cerrado, de pocas opciones no enloqueció a los favoritos, el toque, la circulación, aquello descripto en los párrafos iniciales apareció en el repertorio aunque con poca efectividad y nula profundidad. En el complemento, los de Bilic animaron su estrategia dotándola de agresividad y transiciones rápidas. Allí emergió la figura de Casillas para evitar una catástrofe dentro de un contexto de riesgo lógico. Del Bosque sacó a Torres y puso a Navas para estirar por afuera. Sin referencia para los defensores ajenos, colocó a Cesc por Silva, sabía, a pesar de la adversidad, que el estilo no se negocia ni se discute y que tocar, tocar y tocar le daría lo buscado. Sin un rasgo de desesperación  y con un pletórico Iniesta encontró la jugada: el pase de Fabregas al oriundo de Albacete para el gol de Navas. Historia definida cerca del pitazo final y premio a un grupo de fanáticos del toque y la rotación que no apelaron al pelotazo sistemático como recurso defendiendo una idea que sienten sin pruritos.

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