Las afiladas garras de la Justicia estadounidense cazaron una presa apetecible. Una mañana en Zurich agentes policiales detuvieron a varios funcionarios pertenecientes a FIFA, una de las organizaciones mas sospechadas del planeta. El lobby de un lujoso hotel se transformo en un calabozo sin rejas pero con sábanas que a modo de telón convirtieron esas detenciones en siluetas apuradas. Ellos fueron el brazo ejecutor de una investigación profunda sobre actos de corrupción puestas en la superficie, con nombres y apellidos, gracias a miembros arrepentidos pero manchados por el mismo barro de los apresados.
“Es la Copa del Mundo del Fraude” sentenció en rueda prensa Loretta Lynch, la rigurosa fiscal de la causa. Parece el comienzo de una purga que hasta ahora no contamina la figura de Joseph Blatter pero lo coloca en territorio pantanoso.
Desde siempre, FIFA se encargo se engrosar sus oscuros antecedentes. Las coimas, el trafico de influencias, los favores y el lavado de dinero han sido parte del repertorio aunque a cada acusación se respondía con una excusa o un anuncio. Si bien, el Departamento de Justicia y el FBI basan el caso en anomalías sobre derechos de explotación televisiva y acuerdos de marketing, la elección de Rusia para 2018 y de Qatar en 2022 en breve correría la misma suerte.
Los dirigentes imputados pertenecen a un lugar afin a los intereses del supremo. CONMEBOL y CONCACAF siempre han apoyado con sus votos al actual presidente quien devolvió gentilezas organizando una Copa America Centenaria para 2016, una apuesta conjunta que intenta demostrar la unión del Continente ante el inminente asedio de los europeos, cada vez más intransigentes a la realidad de nuestro fútbol(aunque vivan sirviendose del talento de estas tierras).
El impacto de la noticia y sus consecuencias inmediatas ponen sobre la mesa un entramado donde tanto dirigentes(actores directos) como empresarios (participes necesarios) utilizan al producto mas valioso como vehículo conspirativo para llenar bolsillos. Un accionar contrario a lo que pide sus deberes de funcionario. Defender los derechos de un deporte tan rentable como noble, a la luz de los acontecimientos, les pareció siempre lo menos importante.
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