Pasión por saber y contar

Nada más genuino que la posibilidad de expresarse. Nada más natural que el uso de la palabra para contarle al mundo que nos pasa. Aquellos que vivimos de la comunicación y nos valemos de ella para enriquecernos intelectualmente, necesitamos muchas veces frenar los hechos para analizarlos. Esa es la apuesta de este espacio, aunque referirse a fútbol sea trillado o banal, a veces sirve como pretexto para encontrar otra cosa quizás más profunda.El desafío es hacerlo entre todos. En un ida y vuelta que permita detenerse un segundo a pensar intentando un cambio de frente para sentirnos más completos.

jueves, 17 de diciembre de 2009

El Juego Perfecto

Hace unas horas, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter descartó la posibilidad de incluir la tecnología y el uso del video en el arbitraje.
Yo soy de los que piensa que el juego más popular del planeta es perfecto. Puede combinar cualquier tipo de emociones en un determinado lapso ( 90 minutos ) y hasta sabe convivir con el error humano sin que nadie se espante por ello. Cuando un jugador erra o un árbitro se equivoca nadie piensa en que la naturaleza del fútbol se pueda alterar.
Ahora bien, si ese error es a propósito, para sacar ventaja se transforma en trampa y la trampa enardece a quien la recibe y aunque no se admita persigue al que la hace. Como la escandalosa mano del bueno de Henry ante Irlanda.
Allí es donde mi convicción choca con la realidad y aunque transito por la misma vereda que Blatter (no se asusten, sólo en eso ) hubiera parado el partido para mirar un monitor y corregir semejante canallada, dándole al asunto una gran dosis de justicia.
Ni el rugby, ni el tenis, ni el fútbol americano tienen la misma esencia del fútbol, pero han sabido incorporar la tecnología para mejorar. Han podido cambiar la cabeza de propios y extraños y mal no les va.
Los árbitros de esas disciplinas tampoco se sienten menos capaces, si unas máquinas colaboran con su tarea y los liberan de algunos fallos.
El fútbol es un juego perfecto. El video ayudaría a erradicar la trampa que altera esa perfección de origen. Aunque me pese decirlo.

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